Hoy tenemos un bonito relato que corre a cuenta de Drizzt, un chico que contactó conmigo a través de la página de tuenti y ha aprovechado muy bien la posibilidad que le doy a todo el mundo de escribir en el blog. Sin más rodeos os dejo con la historia de un granjero que nos enseña que en esto de la suerte todo puede ser.
Un humilde granjero vivía en una pequeña y pobre aldea de apenas unos cien habitantes. Sus paisanos le consideraban afortunado porque tenía un caballo, uno de los pocos de la comarca que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Su padre encontró al caballo cuando tan solo era un potrillo, por aquel entonces nuestro protagonista apenas tenía 15 años y soñaba con salir del pueblo algún día, aunque su escasa educación recibida y el fallecimiento de su padre cuando estaba a punto de cumplir 17 años jamás se lo permitieron. Se quedó el a cargo de aquella envejecida granja y se dedicó a administrar sus bienes y a formar una familia. Pero un día el caballo, el que sin duda era la más valiosa de sus posesiones, se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida: "¡Qué mala suerte has tenido!". La respuesta del granjero fue un sencillo "puede ser".
Pocos días después el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.
Enterados los aldeanos acudieron de nuevo, esta vez a darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: "Puede ser...".
Al día siguiente, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero está lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte; pero el padre respondió: "¿Mala suerte? Puede ser...".
A la semana del incidente las trompetas anunciaban la llegada al pueblo de los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. Tras hacerle una breve revisión médica el hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Al atardecer, los aldeanos que habían despedido a sus hijos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, mas este, como podemos imaginar, contesto nuevamente: "puede ser".
Drizzt.
Un humilde granjero vivía en una pequeña y pobre aldea de apenas unos cien habitantes. Sus paisanos le consideraban afortunado porque tenía un caballo, uno de los pocos de la comarca que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Su padre encontró al caballo cuando tan solo era un potrillo, por aquel entonces nuestro protagonista apenas tenía 15 años y soñaba con salir del pueblo algún día, aunque su escasa educación recibida y el fallecimiento de su padre cuando estaba a punto de cumplir 17 años jamás se lo permitieron. Se quedó el a cargo de aquella envejecida granja y se dedicó a administrar sus bienes y a formar una familia. Pero un día el caballo, el que sin duda era la más valiosa de sus posesiones, se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida: "¡Qué mala suerte has tenido!". La respuesta del granjero fue un sencillo "puede ser".
Pocos días después el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.
Enterados los aldeanos acudieron de nuevo, esta vez a darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: "Puede ser...".
Al día siguiente, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero está lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte; pero el padre respondió: "¿Mala suerte? Puede ser...".
A la semana del incidente las trompetas anunciaban la llegada al pueblo de los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. Tras hacerle una breve revisión médica el hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Al atardecer, los aldeanos que habían despedido a sus hijos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, mas este, como podemos imaginar, contesto nuevamente: "puede ser".
Drizzt.
Una bonita historia con una buena moraleja.
ResponderEliminarUn poco yin-yang... me gusta!!
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