Han transcurrido siglos y siglos de evolución y seguimos cometiendo todo tipo de atrocidades. Apedrean mujeres en oriente, las dictaduras se cuentan por decenas. En estados unidos se escandalizan con la aparición de un desnudo en su televisor y les da igual que cualquiera pueda obtener un arma a cambio de un cursillo de ocho horas. El país más poblado del mundo, China, vive sumido en la censura. Millones de euros invertidos en las visitas de presidentes, papas, ministros... se podrían alimentar tantas y tantas personas... Países sustentados gracias al tráfico de drogas. Expulsan a los gitanos de Francia. Disturbios en Grecia en protestas contra la crisis. Y mientras tanto siguen existiendo monarquías, siguen existiendo contrastes y hay más gente luchando por establecer una frontera que por eliminarlas a todas. Y en estos mismos instantes los occidentales medios no sabemos ni de qué va la película, no sabemos qué creernos y vivimos en una especie de realidad paralela aferrados a las versiones oficiales. Y sumidos en este falso sueño de mundo feliz muchos dudaron de mi cordura así como la de otros. Pero no somos nosotros, sino el mundo, quien se ha vuelto loco.
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