miércoles, 9 de febrero de 2011

más allá de las aulas

Nos vemos obligados a aprender si queremos llegar lejos en la vida y en ocasiones sobra con la obligación para generar un rechazo hacia una de las cosas más bellas y fascinantes que las personas podemos hacer. Terminamos quemados, agobiados de recibir diariamente, de forma obligada, nuestra programada dosis de conocimientos. Y al terminar la jornada, agotados, buscamos la forma de desconectar y nos quedamos con lo que nos han dado, dejando de lado la oportunidad de aprender muchas más cosas que la vida nos ofrece. Desconectamos delante de un televisor, hablando por internet, saliendo de compras...
Apenas el 20% de lo que nos obligan a aprender nos será útil a la hora de desarrollar nuestras futuras tareas sean cuales sean. La utilidad de enseñarle a un notario raíces cuadradas, la utilidad de enseñarle a un físico nuclear la sucesión de un trono allá por el siglo XV. Y no son pocas las ocasiones en las que el estudio de materias que no nos agradan hace de lastre y nos hace perder el tiempo que podríamos dedicar a obtener y desarrollar los conocimientos de lo que nos guste aprender, que por el mero hecho de agradarnos, seguro que terminamos asimilando mejor. Por eso la visión de un mundo en el que se valore el estudio y cada uno se vea llamado a desarrollar su talento de forma independiente en aquello que prefiera resulta mucho más atractiva que la visión actual que tenemos de los sistemas educativos que no solo nos impone unos estudios que no tienen porque gustarnos sino que nos desgasta y nos limita a la hora de aprender más allá de las aulas.

1 comentario:

  1. Te doy toda la razón, tener y saber algo de cultura general siempre está bien y es muy necesario, pero si aprender se basa en estudiar lo que te mandan acabas aborreciéndolo.

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